Luis, tumbado en el sofá, se despertó con un dolor de cabeza terrible.
La joven fue a abrir la puerta, encontrándose con Catalina del otro lado.
Catalina echó un vistazo a la joven, notando de inmediato su parecido con Dulcinea.
Aunque enfadada por dentro, se contuvo y entró rápidamente en la habitación. Esquivando las botellas de licor, se acercó a Luis y, arrodillándose a su lado, le dijo:
—Señor, tiene que ir a la oficina de inmediato. Ha ocurrido algo grave.
Luis, con el brazo cubriéndole los ojos, preguntó en voz baja:
—¿Es Marlon quien está detrás de esto?
Catalina, con una expresión complicada, respondió:
—Don Marlon tiene conexiones y recursos poderosos, lo sabe bien. Los proyectos que teníamos comprometidos han quedado en nada. No podemos hacer nada al respecto, ya que don Marlon es intachable y no hemos encontrado ninguna forma de atacarlo.
—El viejo zorro no pudo esperar ni una noche —murmuró Luis mientras se levantaba.
Se dio unos golpecitos en la cabeza para despejarse y c