Dulcinea regresó al apartamento, encontrando a Clara en un estado de excitación.
Clara no podía contener su emoción:
—¡No puedo creer que don Marlon sea tu padre! ¡Es uno de los hombres más importantes de Ciudad B!
Clara abrazó a Leonardo y le dio un beso fuerte.
—¡Con un abuelo como don Marlon, nadie se atreverá a molestarlos! ¡Si alguien se atreve, don Marlon se encargará de ellos!
Clara estaba feliz. Luego, recordando algo, añadió con fingido reproche:
—Vino a visitarnos y tú ni siquiera le ofreciste un vaso de agua. Eso no se hace, niña. La próxima vez, no puedes ser así.
Dulcinea se sentó en una silla, sintiéndose abrumada y perdida.
Clara continuó jugando con Leonardo, tratando de aliviar la tensión en el ambiente.
...
Una semana después, recibieron una llamada de la familia Astorga, invitando a Dulcinea y a los niños a cenar en su casa para discutir los detalles del anuncio en la fiesta. Michelle fue particularmente amable:
—No te preocupes por robarme el protagonismo en mi cump