Capítulo 669
Una lágrima, fría como el hielo.

El corazón de Luis tembló, y la agarró por los hombros, llamándola por su nombre:

—¡Dulci!

Pero Dulcinea estaba muy tranquila.

Se recostó lentamente, su voz sonaba cansada y débil:

—De repente dejé de ver… pero ya lo esperaba. Estaba preparada.

—Luis, no sigas esforzándote.

—Estoy cansada.

Ella permaneció quieta, con lágrimas en los ojos, recordando el pasado, su primer encuentro.

En ese entonces, él era encantador.

Ahora, seguía siendo guapo y rico, pero ya no sentía nada al verlo.

Él no la amaba, y ella no iba a mendigar su amor.

Las lágrimas humedecieron sus ojos apagados, como las estrellas más brillantes en el cielo nocturno, como los fuegos artificiales que vieron aquella noche… pero todo eso era una ilusión.

Dulcinea cerró los ojos suavemente.

Luis no podía aceptar ese golpe, aún estaba esperando para que ella mejorara y poder hacerle el trasplante de hígado, pero ella había perdido la vista…

Se arrodilló junto a ella.

Le limpió las lágrimas su
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