Allí, se encontró con Leandro.
Frente a una tienda de conveniencia, Leandro estaba apoyando a una mujer joven. Probablemente estaban casados, ya que ella estaba embarazada.
Leandro llevaba una bolsa con productos para bebé.
Al ver a Dulcinea,
Leandro se quedó paralizado y dejó caer la bolsa al suelo.
Su esposa miró a Dulcinea.
Era una mujer muy hermosa, elegante y joven. Las mujeres son sensibles, y ella pudo ver que su esposo había amado a esa mujer.
Le preguntó suavemente a su esposo:
—¿Viene a buscarte?
Los ojos de Leandro seguían fijos en Dulcinea. Nunca pensó que volvería a verla. Creía que Luis la había maltratado tanto que estaría destrozada, pero ahí estaba, de pie frente a él.
Ella aún se veía frágil y hermosa.
Incluso con ropa elegante, no podía ocultar su vulnerabilidad.
Los ojos de Leandro se humedecieron. Recogió la bolsa del suelo y le sonrió a su esposa:
—No… no la conozco.
La ayudó a seguir adelante, pasando junto a Dulcinea.
En su interior, Leandro sabía que Dulcinea n