Capítulo 590
Al entrar, recordó de golpe que estaban divorciados.

En realidad, no deberían compartir la misma cama.

Pero era tarde, y no tenía ganas de preparar una habitación fría para pasar la noche. Así que simplemente se acercó y se acostó en la cama. Al levantar la cobija, vio a dos figuras abrazadas durmiendo juntas:

Leonardo en los brazos de Dulcinea.

La suave cara del pequeño contra su madre creaba una imagen muy tierna.

Luis volvió a sentir despertarse sus deseos.

Luis, con una renovada urgencia, la besaba sin contemplaciones mientras levantaba el dobladillo de su camisón.

Actuó con premura; sin darle tiempo a prepararse, la unió a él con impaciencia.

La lujosa cama temblaba sin cesar, y bajo él, Dulcinea resistía desesperadamente, apoyándose en sus hombros mientras sollozaba:

—¡No, por favor, no…!

Para Luis, esos ruegos no significaban nada.

Aunque estaban divorciados, él aún la consideraba su mujer… aún la deseaba, quería tenerla cerca.

Además, en ese momento no podía detenerse.

Después
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