Capítulo 381
Por la noche, Ana llevó a Luis de vuelta al apartamento. Era el lugar donde ella había vivido antes, céntrico y bien equipado, aunque solo fuese una solución por el momento. Bajo el tenue resplandor de la noche, el coche se detuvo frente al edificio. Luis sacó un cigarrillo y lo colocó entre sus labios, pero no llegó a encenderlo…

Tomó con delicadeza la mano de Ana. A pesar de los seis años que habían pasado separados, y de que Ana ahora era madre, su vínculo seguía intacto; en el fondo, Luis seguía viendo a Ana como la niña que siempre lo seguía a todas partes.

—Hermano —susurró Ana.

En ese instante, solos bajo la luz de las estrellas, parecía que podían compartir sus secretos más profundos, incluso los concernientes a Mario y Alberto. Luis miraba fijamente hacia el frente, con el rostro imperturbable:

—Recuerdo cuando papá adquirió aquella empresa, actuó con tal determinación que acabó arruinando a otro hombre. Ese hombre, agobiado por las deudas, se suicidó lanzándose de un edificio
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