Cecilia apretó los puños, pero todavía parecía obediente:
—Lo entiendo.
Mario se levantó y se fue.
Fuera estaban los padres de Cecilia, y cuando vieron salir a Mario querían decir algo con él, pero antes de que pudieran abrir la boca Mario entró en el ascensor.
En el ascensor sólo estaban Mario y Gloria, y el ascensor estaba bajando.
Mario preguntó:
—¿Por qué hiciste que Cecilia fuera al hospital María? Recuerdo que el padre de Ana es tratado en este hospital.
Gloria se puso nerviosa. Inmediatamente explicó:
—Jefe, no lo hice yo. Cuando llegué al aeropuerto, la ambulancia ya había llevado a Cecilia al hospital. ¿Vendrá usted a visitar a Cecilia para su operación de mañana?
En ese momento, la puerta del ascensor se abrió. Mario salió primero, soltando sólo una frase:
—¡No soy médico!
Gloria le siguió. Mario se sentó en el coche, con la ventanilla bajada, y le dijo a Gloria:
—Cuando Salvador llegue, organízame una cena con él.
Gloria sabía que estaba intentando presentar a Cecilia y