Leah fue cargada por el alfa hasta su habitación. La dejó en la cama.
—Me avisas cuando despierte —le ordenó sin tacto a Eira.
La loba asintió y pasó un trapo húmedo en la frente de la loba vidente.
Noah salió de ahí lleno de ira. Necesitaba golpear algo. Sacar su coraje, su frustración. No obstante, debía ver a Aurora.
Nunca quiso contarle del todo quién era Leah. Ahora no le quedaba opción.
Llegó frente a Aurora, quien no podía detener el temblor en sus manos. El rostro descompuesto.
Y sin preámbulos le comenzó a explicar:
—Lo que viste… no fue real. Fue una visión o algo parecido —ni él comprendía qué había hecho la loba vidente. A su parecer, tomó una parte de sus recuerdos y la usó a su antojo.
¿Desde cuándo aprendió eso?
—¿Visión? ¿De qué hablas? —exigió saber Aurora. Sus ojos verdes se entrecerraron.
—Esa, ella… Leah.
Aurora contuvo el aliento. Era más sencillo ver sangrar a las estrellas que dar con una loba vidente.
En el pasado escuchó hablar de una. El recuerdo era de hace