114. Tan obvio

Maximiliano había extrañado toda esa noche a Maya.

No la puede sacar de su mente y siente que es la necesidad de tenerla tan cerca para sentirse bien. ¿Cómo es que ahora la necesita de esa forma? Lo ha embelesado en tantas maneras. En tan poco tiempo. De formas inigualables. Y no es tiempo de ahora. Es desde que la conoció. Había estado pensando en todo lo que Diana le había dicho. Y después de ordenar sus pensamientos. De verla reír. Sentirla. Besarla. Conocerla un poco más. En realidad, Diana tiene razón. Se siente desdichado por haberse mentido a sí mismo. Porque al comprometerse con Diana, la quería. Pero llegó Maya. Y con ella, un camino de nuevos sentimientos que no se comparan, jamás, con lo sentido por Diana. Y no es un maldito infeliz como para compararlas. Cuatro años de noviazgo y meses de compromiso. Diana había sido una mujer importante. La creyó la madre de sus hijos. Pero Diana no quería hijos, y él aunque si lo deseara, nunca la obligó hacerla sentir menos por esa d
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