224. Unidos toda una vida

Jenny tiene que facilitar la llamarada de corriente que le genera ver a Maximiliano despedirse de los presentes mientras Maya, sin notarlo, se da la vuelta para tomar otra dirección. ¡Esto no puede quedarse así!

Y toma su vientre.

Se apresura hacia la dirección de Maya entre sus tacones y despilfarrando la desesperación del ahora. Su amiga, al verla, la hace desparramar su bebida. Al instante está frunciendo el ceño por la confusión.

—¡Jenny!

—¡Maya! —vocifera Jenny—. Maya, escúchame m@ldición.

Su amiga tiene que perseguirla hacia el pasillo mientras busca aire.

—Por Dios. ¿No les has dicho al señor Maximiliano de…?

Maya aguanta la respiración. Conoce esa mirada.

—No lo hice. No lo he hecho aún. Es que tengo miedo, no sé qué me pasa. Yo tengo miedo de que…

—¡Tienes que decírselo!

Apresura a decir Jenny.

Y la toma de los brazos

— ¡Tienes que decírselo, Maya! El señor D´Angelo se va del país. Se va. ¡Él se va, amiga! ¡Se irá!

Sus ojos tienen que quedarse en Jenny mientr
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