—Al instante—Yolanda se fue a buscar analgésicos para el dolor de cabeza.
Cuando Marina terminó de ducharse, se sentó en la sala, tomó el medicamento y se frotó las sienes, se encontraba mareada y con muchas náuseas.
Yolanda le ofreció un vaso de agua.
—Marina, ¿te sientes mal?
—Sí, dame una mascarilla para la cara. —Marina se aplicó rápidamente la mascarilla y se acurrucó con la almohada.
Yolanda notó las marcas de besos en el cuello de Marina.
—¿Sabes quién te trajo a casa esta noche?
—Sí.
—¿Y qué pasó con Diego?
—Tomé un poco y parece que lo confundí.
Yolanda se quedó sin palabras.
—Descansa, ya es muy tarde. —Marina acarició un poco la cabeza de Yolanda, cubierta completamente por la mascarilla negra, y se dirigió como pudo a su dormitorio.
Cerró la puerta, respiró hondo y se acercó al cajón.
Sacó temblorosa una foto de César, con el rostro desfigurado y ensangrentado.
Esa noche casi nos matan…
Se culpó en su interior: Lo siento, César, me equivoqué por completo.
Marina guardó la