Diego guardó su celular en el bolsillo mientras permanecía en el hospital.
Marina, tras dos días lidiando con la fuerte diarrea, finalmente fue al estacionamiento del Grupo Jurado a recoger su deportivo.
Aprovecharía esta ocasión para devolverle a Camilo el saco de traje que le había dejado.
Al llegar, Marina llamó a Quiles:
—Quiles, el señor Camilo dejó un saco en mi poder. ¿Podría subir a entregárselo?
Quiles le pidió que esperara por un momento, colgó la llamada y se dirigió apresurado a la oficina.
—Señor, Marina vino a devolverle una prenda —informó de inmediato Quiles.
Camilo dudó por un momento y respondió:
—Ve tú a recogerlo personalmente.
Marina esperaba en la sala de espera del primer piso y pronto vio a Quiles salir del ascensor.
—Marina, el señor está muy ocupado ahora —le dijo Quiles.
Marina levantó una ceja y, con un tono juguetón, comentó:
—¿Acaso teme que le haga algo?
Quiles tosió ligeramente. Marina, que solía ser tan reservada, rara vez hacía bromas.
Marina entregó