Baltasar sacó enseguida su celular para chequear los vuelos. El siguiente salía mañana por la tarde, así que, sin pensarlo mucho, reservó en ese momento el pasaje.Al llegar al hospital, tocó la puerta de la habitación. Cuando esta se abrió, vio que, además de Daniela, había una mujer de mediana edad en el cuarto.La mujer, con una mirada sombría, lo miró por un instante y luego se volteó hacia Daniela para decirle:—Daniela, ya me voy. No olvides transferirme el dinero.Era Macarena. Con su bastón, comenzó a levantarse con cierta dificultad para irse.—Tía, espera un momento, voy a pedir un taxi para ti —dijo Daniela mientras miraba a Baltasar—. Baltasar, ¿puedes pedir un taxi para mi tía?Baltasar dejó cuidadoso la comida sobre la mesa y llamó para pedir el taxi.Cuando llegó el auto, Macarena se despidió y se fue.Como Daniela aún no se sentía muy bien, comió solo un par de bocados y luego dejó el plato a un lado.Baltasar recogió la comida que sobraba, la tiró a la basura y regresó
Después de varios días de lluvias intensas, hoy el cielo estaba cubierto por una suave llovizna.Yulia e Iker se levantaron temprano, desayunaron en silencio y, sin decir mucho, se dirigieron directo a la habitación del hospital. Se quedaron allí sentados, por un largo rato tratando de no hacer ruido para no molestar a Diego.Diego, apoyado en el cabecero de la cama, observó atento cómo sus hijos permanecían tranquilos. Con una sonrisa suave, les habló.—Yulia, tu mamá me dijo que ya estás tomando las riendas por completo de la empresa. Ve, trabaja tranquila. Y tú, Iker, ya te conseguí un maestro.Yulia obedeció, mirando a su papá con cariño.—Está bien, papá.Tomó la mano de Iker y se prepararon para irse.Iker miró a su papá con mucha tristeza y, en voz baja, le dijo:—Papá, tienes que descansar, ¿eh? Después de la escuela vengo juicioso a verte.—Mm —respondió Diego, con una leve sonrisa.Cuando los dos se fueron, Diego miró a Marina, que parecía estar bastante agotada.—Marina, ¿qu
Desde que Iker nació, Diego ha sido el que se ha encargado de todo lo correspondiente a él: cuidarlo, atenderlo, y asegurarse de que crezca feliz y saludable.Marina levantó la mirada hacia la cama, donde Iker estaba susurrándole algo a Diego. Sonrió tiernamente al verlos juntos.Yulia, obedeció con una sonrisa, también miró hacia la cama. Luego, abrió su computadora y comenzó a discutir con Marina sobre el plan de negocios que debía seguir.Iker, de puntitas, se acercaba a su papá para contarle lo que había hecho en el día hoy.—¡Papá, espera! Tengo algo importante para ti —dijo Iker, corriendo fuera de la habitación.No pasó mucho tiempo antes de que regresara con un pequeño ramo de flores, completamente mal envuelto.Con una gran sonrisa, Iker le entregó las flores a Diego.—¡Papá, te traje flores! —dijo con toda su emoción.Diego, al ver el ramo en sus manitos, estuvo a punto de levantarse de la cama, casi molesto. ¡Ese niño había destrozado las flores que había conseguido con tant
Cuando Tulio vio que Baltasar de repente dejó de sonreír, se dio un ligero golpecito en la cabeza.—¡Ay, lo siento mucho! —dijo avergonzado—. No debí haber mencionado eso, ya pasó.Tulio cambió de tema al instante.—Después de la uni, pensaba que cada quien iba a seguir su camino, pero no me imaginaba que ustedes dos seguirían juntos.Baltasar sonrió sin interés alguno.—Sí, bueno... creo que no falta mucho para que te invite a nuestra boda.Tulio abrió los ojos, sorprendido.—¡Vaya! Bueno, ya esperaré ese excelente champán. Pero ¿no me digas que viniste a Estelaria solo por tu novia, verdad?Baltasar no contestó directamente, solo lo confirmó con la cabeza.Tulio, sorprendido, levantó emocionado el pulgar.Pero por dentro pensaba: En serio, Baltasar no debería sacrificar toda su felicidad por ella. Debería casarse con una mujer guapísima.En ese momento, Tulio vio a una mujer hermosa siendo acosada por un hombre.—¡Baltasar, mira hacia allá! ¡Qué mujer tan guapa!Baltasar no mostró in
Estaba aprovechando cada segundo para seguir durmiendo un poquito más, mientras movía las manos como autómata para cepillarse los dientes, sin abrir los ojos.Yulia lo miraba de reojo y, al ver que realmente podía hacerlo solo, decidió no insistir más.Cuando terminó de lavarse la cara y cepillarse los dientes, ella lo acompañó para que se cambiara.Pero justo en ese momento, Iker, visiblemente avergonzado, le pidió a Yulia que por favor saliera.—¡Hermana, ya tengo cuatro años! —dijo, levantando orgulloso sus cuatro deditos.Yulia no pudo evitar sonreír al verlo, tan pequeño y grande a la vez.Lo miró con ternura, viendo su diminuto cuerpecito delgado, y obedeció.—Está bien, te espero afuera.Cuando Iker terminó de vestirse, desayunaron juntos, y luego se dirigieron al edificio principal para ver a sus padres, antes de que él se fuera al jardín de niños y ella a la oficina.Gracias a Dios ese día en Estelaria no llovía y el tráfico estaba increíblemente despejado, así que llegaron si
Eugenio entró al despacho del presidente del Grupo Yulia con mucha calma, disculpándose por su tardanza.—Perdón por el retraso, llegué diez minutos tarde.Fernando se levantó al instante, y Yulia enseguida hizo lo mismo.Fernando sonrió y, con un gesto amable, le dijo:—Señor Eugenio, por favor, tome asiento.Aunque se conocían de negociaciones anteriores, hoy todo era distinto. Lo que estaba sobre la mesa era mucho más importante.En ese preciso momento, Ricardo entró con café en la mano para todos.—Hoy será Yulia quien llevará la conversación sobre los derechos de distribución de medicamentos. Ella es la futura sucesora de este lugar en el Grupo Yulia, —comentó Fernando, muy formal y con orgullo.Eugenio levantó de manera ligera las cejas, pero se esforzó por no mostrar sorpresa alguna, manteniendo esa mirada tan característica: distante y calculadora.—No pensé que su empresa estuviera tan interesada en este sector —dijo, casi como una mínima observación.Yulia, sin perder la comp
Fernando pensativo, comentó:—Están en declive, seguro están buscando nuevas oportunidades. Pero la decisión de Daniela, esa sí que tiene carácter.El Grupo Herrera ya no es tan fácil de manejar.Yulia soltó una ligera sonrisa, sin decir ni una sola palabra más.A la hora del almuerzo, Baltasar llamó a Yulia:—Yulia, ¿almorzamos juntos?Como las dos empresas no quedaban tan lejos, Yulia aceptó sin pensarlo demasiado. Pero antes de salir, decidió llamar a su papá.Cuando Diego contestó, su voz sonaba alegre, como si estuviera sonriendo al hablar:—Yulia, estoy bien.Eso tranquilizó un poco a Yulia, y con una linda sonrisa, pudo irse a disfrutar del almuerzo sin preocupación alguna.No solo Yulia pensaba en Diego. Iker, en su hora de almuerzo en el jardín de niños, también lo tenía en mente.Hoy le tocaba un almuerzo súper nutritivo: muslo de pollo y huevo. Aprovechando que la maestra no lo veía, rápidamente metió el huevo en su mochila. ¡Lo iba a llevar a casa para dárselo a su papá! Po
Diego se sentó junto a Iker, cruzando las piernas, y lo miró con mucha ternura.—Iker, eres un niño, los niños no deben llorar.—Papá... —Iker soltó un repentino suspiro , con un tono de voz suave y triste.Diego lo miró, observando las lágrimas colgando de sus pestañas y esa carita tan afligida, no pudo evitar sonreír con ternura.—¿Me trajiste el huevo para que lo coma, verdad?Diego sacó de la mochila los libros y juguetes que Iker había metido ahí sin querer.—Sí, papá, porque sé que estás enfermo y necesitas algo nutritivo. Pero el huevo se aplastó... —dijo Iker, ya sin mostrar lágrimas, mirando al suelo—. Lo siento mucho, papá.A Diego le dio una satisfacción enorme ver que su pequeño pensaba en él con tanto cariño. Sacó enseguida lo que quedaba del huevo, que aún estaba medio entero, y lo probó cuidadosamente.—¡Mmm, qué rico! Este huevo está buenísimo. ¿La próxima vez me traes uno, Iker?Iker miró a su papá con carita de pena. ¿Habría tal vez una próxima vez?No quería compart