Capítulo 84

Cuando entraron a la casa Laura se fue directamente a la habitación. No quería pensar, porque si lo hacía quizá se arrepintiera de la decisión que había tomado, y esta vez no debía hacerlo. Así que lo mejor era mantenerse alejada de él, se dijo, evitar a toda costa que se le acercara, que la tocara, que le dijera la única palabra que quería oír, la única que podía hacer que cambiara de opinión: quédate.

Abrió la maleta sobre la cama y empezó a guardar sus cosas sin orden ni concierto: la ropa arrugada, los zapatos entre los vestidos… Iba y venía del baño al dormitorio y tiraba sobre la maleta sus frasquitos, sus artilugios, esos que tanta gracia le hacían a él. Tenía los ojos empañados por las lágrimas… Y Sergio seguía sin decir nada, sin pedirle que se quedara, sin acercarse a ella para abrazarla. ¡Mejor! Si la abrazara, si ahora le hiciera el amor, flaquearía. ¡Tan débil era su voluntad!

Sergio no entró en el cuarto, no le habló, no dijo nada. Era como si se lo hubiera tragado la ti
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