Mi corazón dio un vuelco y no me atreví a mirarlo, temiendo que el médico soltara algo sin querer.
Entonces todo se acabaría…
Me adelanté a hablar:
—Doctora, hoy no me acompañó, sino a otra mujer a la consulta de revisión de embarazo…
La voz de Marc sonó grave y profunda:
—No vine específicamente para acompañarla.
—Pero sí viniste, ¿no es así?
Realmente ya no quería entrar en detalles. Es como atrapar a los amantes en la cama, a nadie le importa la razón por la que su esposo está siéndole infiel, solo le importaría el hecho de que la ha traicionado. En cuanto a la causa, ya sea que haya sido un desliz por estar ebrio o algo parecido, ya no hay diferencia en realidad.
El hecho es que él ya se ensució. Por más excusas elaboradas, la situación seguía siendo lamentable.
Marc no supo qué decir, y con la mirada fija me preguntó:
—Todavía no me has dicho, ¿qué viniste a hacer hoy al hospital?
—¿No lo dije ya...?
—No quiero las mentiras —me interrumpió con frialdad, parecía que está decidido