—Esto parece un robo.
Olaia entró tomando el brazo de Eloy: —Solo tu querida hija estaba muy preocupada, por eso voy a investigar un poco en secreto.
Eloy sonrió, divertido: —¿Ahora soy tu enemiga?
Olaia soltó una risa: —¡Por supuesto no! Perdona la broma, Eloy.
Eloy, conociendo su carácter, no se lo tomó a mal. La hizo sentar y dijo: —He charlado un rato más, ya entiendo tu ansiedad.
Me sorprendió: —¿Tú y mi abuela pueden hablar tanto?
Después de todo, tras el conflicto con Felipe e Isabella, mi madre y la familia Hernández rompieron lazos.
Eloy tomó un sorbo de agua: —No lo esperaba. A pesar de su estado, Blanca se mostró tranquila conmigo.
—Olvidé muchos detalles sobre Felipe, y ella los recordaba.
De repente, cambió de tema: —Pero tengo que decirte algo importante.
Intuí que no sería algo bueno: —¿Es sobre mi abuela?
Eloy, al ver mi expresión, supo que había adivinado.
—Sí, tal como imaginas.
Mi ánimo se tornó complicado.
—Justo cuando llegué, ella quería buscar a Felipe. Mario e I