Capítulo 34
Al oír eso, me quedé un poco sorprendida. Enzo era más atento de lo que yo recordaba.

Acabábamos de terminar de comer, y algunos de los platillos que servían tenían un ligero sabor desagradable, lo cual me hizo sentir un poco náuseas, pero logré contenerme. No esperaba que él se lo diera cuenta. Esbocé una sonrisa suave y le dije:

—Sí, un poco, pero no es nada grave.

—Me alegro, lo más importante es tu salud, ¿de acuerdo? —dijo Enzo con un tono cálido y preocupado—: Ante cualquier situación, lo primero es cuidar de ti misma

—De acuerdo —le respondí, sintiendo una calidez en mi corazón.

Pero después descubriría el verdadero significado de esas palabras.

El auto avanzó lentamente hacia el estacionamiento subterráneo. Enzo me ayudó a bajar, y tuve la intuición de que algo no andaba bien, aunque no logré percibir nada fuera de lo normal al mirar alrededor.

Justo cuando nos acercábamos al edificio, un coche lujoso pasó velozmente, dándonos la impresión de que su conductor estaba sumamente
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