—No te preocupes, abuelo.
Le serví un poco de comida y le hablé con suavidad:
—Él no puede hacerme daño.
Total, ya pronto nos íbamos a divorciar.
Después de comer, Marc acompañó al abuelo a jugar go en el patio trasero. Yo me quedé al lado, tomando té tranquilamente. El estilo de juego de Marc era rápido y despiadado, se comió otra ficha, lo que enfureció al abuelo, quien lo miró fijamente y lo regañó:
—¿Acaso crees que estás enfrentando a extraños? ¿No me dejas ni un solo camino de escape?
—Está bien… —se rio Marc y luego sí le dio un respiro, lo que alegró al abuelo, quien rió a carcajadas y le dijo con intención: —Tú, nunca olvides que la familia es diferente a los extraños.
Le acerqué la taza de té al abuelo y le dijo:
—Abuelo, tómate un poco de té.
—Ah, de acuerdo.
El anciano tomó un sorbo y nos dijo con satisfacción:
—Si ustedes dos siempre se llevan tan armoniosamente, ¡pronto podré tener un bisnieto!
Su comentario me removió por dentro e instintivamente llevé mi mano a mi vie