No pude evitar curvar los labios y decirle: —Aún no he tenido el tiempo para…
De repente, apareció un lujoso automóvil negro doblando la esquina. Por costumbre, di un paso atrás, pero el auto aceleró bruscamente y ¡se detuvo justo a mi lado!
¡Chirr!
Se escuchó un chirrido ensordecedor de los neumáticos contra el suelo.
Fruncí el ceño, dispuesta a evitarlo por instinto, cuando un joven con gorra de béisbol abrió la puerta y se me acercó en grandes zancadas, tapándome rápidamente la boca y la nariz.
—¿Qué pretendes hacer...?
Todo este proceso no duró más de cinco segundos. Ni siquiera pude terminar mis palabras o ofrecer alguna resistencia, mucho menos de huir…
El olor a éter era muy fuerte y en apenas dos o tres segundos me desmayé. Los auriculares se me cayeron al suelo por sus bruscos movimientos.
***
Cuando volví a despertarme, mi cabeza estaba algo aturdida, y mis extremidades se sentían débiles, incapaz siquiera de levantar el brazo.
Solo pude entreabrirlos ojos y examinar el entor