Capítulo 123
Al oír eso, la expresión de Juan cambió drásticamente, sintiéndose muy incómodo. Dudó en hablar:

—Esto... esto... somos de la misma familia, ¿por qué tiene que calcularlo tan claramente?

Marc, sereno y formal, lo aconsejó:

—Por supuesto que sí. Tío, ya que ella recibió su favor, debe devolvérselo. No se avergüence de pedírmelo. Aparte del dinero que ella les ha dado todos estos años, al menos han gastado unos cincuenta mil dólares más, ¿verdad? Así que debería darle unos cincuenta millones.

—Es que…

La cara de Juan pasó del azul al rojo, finalmente enrojecida por completo.

—Es que ya han pasado tantos años, ¿cómo vamos a poder calcular todo eso?

—No es problema, ¿de qué banco son sus tarjetas? Le haré una llamada y en unos minutos tendré todo aclarado —mientras hablaba, Marc hizo el gesto de sacar su teléfono.

Juan se abalanzó sobre él aterrado, diciendo con voz nerviosa:

—Señor Romero, ¡no es necesaria tan molestia!

Temía que si Marc realmente iba a averiguar cómo me había maltrat
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