Las dos no lograron llegar a ninguna conclusión sobre el asunto.
Delia ayudó a Olaia a acostarse: —Tu cabeza sigue doliendo, así que no pienses más por ahora. A simple vista, esto parece un callejón sin salida, y no sirve de nada que te sigas preocupando. Al menos, si descansas y te recuperas, podrás enfrentarlo mejor.
Olaia se tumbó en la cama, extendió los brazos y suspiró: —Este problema no se resuelve solo con esfuerzo.
—Es raro... sé que mi origen va a traerle problemas a José, pero aun así... terminé enamorándome de él.
De repente, la puerta de la habitación se abrió. Delia miró hacia atrás y vio a Mateo. Le hizo un gesto a Olaia y salió de la habitación.
Cerró la puerta tras ella y miró al hombre que la acompañaba: —¿Cómo va todo allá?
Mateo suspiró:—No han llegado a ningún resultado. Les sugerí que lo dejen por ahora y se concentren en lo de Paula.
—¿Y aceptaron?
—No exactamente, pero tampoco se opusieron. Acabo de dejar a José en el coche, en un rato estarán en casa.
Delia as