Capítulo 30: La bendición del suegro.
Pero Rosalind solo se sobresaltó un momento, luego sonrió con calma y caminó con calma hacia un rincón del salón de banquetes, donde habían preparado un caballete y herramientas de pintura.
Había venido preparada.
Evitó las flores y los pájaros tradicionales. En su lugar, mojó su pincel en un intenso azul cobalto y un dorado brillante, creando una dinámica composición abstracta en el lienzo.
Con sus pinceladas desenfrenadas, dos caminos de color convergieron y se fusionaron como un río del destino.
Mientras pintaba, explicó con calma, su voz sonando a través del micrófono.
—¡Miren todos!… Este azul profundo simboliza la rica historia y la fuerza de la familia Ainsworth. Este oro vibrante representa la nueva perspectiva y vitalidad que traigo… Agradezco al destino que nuestros caminos se cruzaran, para forjar un futuro juntos.
Tras un momento de silencio, el público estalló en un aplauso entusiasta y prolongado.
La sonrisa de Jacqueline se congeló y la copa de vino en su mano