Rosalind se sintió nerviosa. Su corazón latiendo con fuerza en su pecho… ¡Ella nunca había bailado en presencia de tantas miradas de personas importantes!

Él, bajó su mirada, sus ojos verdes tan profundos como un bosque denso, se posaron en su esposa nerviosa.

—Estarás bien. No tienes de qué preocuparte, solo déjate guiar.

Las palabras de su esposo fueron un tranquilizante instantáneo.

Rosalind asintió, dejándose llevar por Donovan. Por la calidez de su firme mano en su espalda. Por la cercanía de su alto cuerpo frente a ella. De sus pasos experimentados que la guiaban con elegancia y maestría.

Rosalind sentía que flotaba al compás de la romántica melodía en inglés. En el centro del salón, cada movimiento la consumía en un baile para el que creyó no estar preparada… Pero ahora, todo a su alrededor se desvanecía, como si su mente se concentrara únicamente en los ojos de su marido. En ese instante comprendió que aquel momento quedaría grabado para siempre en su memoria.

Ella ap