Rosalind se sobresaltó, sintiendo un vuelco en el corazón.
—La banda es clásica, los postres tradicionales, los arreglos florales impecables. Perfectos, dignos y listos para cualquier evento familiar de los Ainsworth —él hizo una pausa, con su mirada verde penetrante—. Pero esta no parece la tú que conozco. Es más como… una misión de inspección.
Rosalind, tras ser señalada sin rodeos, respiró aliviada. Sus nervios se relajaron.
Se acercó a la cama, recogió la tableta, la desbloqueó y sacó la carpeta cifrada.
—Tienes razón —dijo con un dejo de resignación y honestidad en la voz, entregándole la tableta—. Esa era para ‘madre’. Esto… es lo que yo realmente quiero para nosotros.
Donovan tomó la tableta y la examinó detenidamente. El plan real apareció en la pantalla:
Invitaciones: Tarjetas artísticas que diseñó personalmente, reinventando el escudo familiar con un estilo de ilustración moderno, cada una una obra de arte única en miniatura.
Centros de mesa: En lugar de un aluvió