C25: No soy ese tipo de hombre.
Ámbar sostenía su serenidad con un esfuerzo casi heroico. Había ensayado ese discurso muchas veces en su cabeza, tratando de convencerse de que lo decía desde la lógica, desde la madurez. Pero en el fondo de su pecho ardía una sensación distinta, una punzada amarga que no sabía nombrar.
Raymond permaneció en silencio por un momento, observándola con detenimiento. La forma en que Ámbar hablaba le resultaba desconcertante. Sus palabras parecían cuidadosamente medidas, como si cada una estuviera calculada para no sonar emocional.
—¿Por qué me estás diciendo todo eso, Ámbar? —cuestionó finalmente—. ¿A qué viene esa aclaración tan repentina?
Ámbar bajó la mirada, nerviosa. Se veía frágil y al mismo tiempo decidida, como si hubiese reunido valor para tener esa conversación.
—Bueno… —empezó con un suspiro— es que estaba leyendo las publicaciones que se hicieron sobre mí —su tono se volvió más débil al pronunciarlo—. Decían que yo tenía un amante, y que por esa razón le había pedido el divorci