42.Hagamos un juego

Capítulo cuarenta y dos: Hagamos un juego

"Narra Fabio Caruso*

Me quedé paralizado, como si me hubiera convertido en una estatua más de las que adornaban aquel salón. En los ojos color cobre de Sabrina brillaba algo más que una invitación. En sus profundidades brillaba un conocimiento que yo me negaba a aceptar.

—Me crié en un prostíbulo —me oí decir a mí mismo como si alguien me hubiera arrancado las palabras—. Traficaban con mentiras y veneno, en las cloacas más infectas. Y el amor no era para ellos más que una de las drogas que vendían, un estímulo que desaparecía antes del amanecer.

Pude ver cómo asimilaba aquella información mientras esperaba la censura. El asco. Vi la emoción agitándose en su rostro como una tormenta, pero no se retrajo tal y como yo había esperado. En lugar de ello, me miró con una especie de comprensión que yo quise negar con todas mis fuerzas.

—Podemos jugar al juego que quieras, Fabio —replicó mi esposa como si ella fuera quien poseyera años de experienc
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