Con cada bocado, Logan se daba cuenta de que ella se estaba relajando y eso era un punto a su favor. Lo cierto era que también reconoció que estaba siendo un poco injusto, pero no podía evitar ser como era, decir las cosas sin filtro era algo que lo caracterizaba y no lo cambiaría por nada ni nadie. Sin embargo, sí podía ser un poco condescendiente y modificar ciertas cosas para llevar la fiesta por la “paz”.

—Esto es exquisito. —Él asintió, dando otro bocado a su bruschetta—. Entonces, ¿se me permite preguntar cómo estuvo tu día?

—Lo acabas de hacer —remarcó, limpiándose las comisuras de su boca con la servilleta. Arqueó una ceja interrogante cuando vio el rubor color rosa adueñarse de las mejillas de ella.

Era una cosa peculiar que Logan encontraba un poco extraño en una mujer adulta. O quizás era solo que estaba acostumbrado al tipo de mujeres seguras de sí, que no temían a nada cuando hablaban con él. Mujeres que lo veían como un hombre con quien podrían pasar una noche apasionada