Curiosidad.
Contó mentalmente hasta diez y agradeció porque Logan no se había dado cuenta de su mirada. Y sí, Lucía, esta vez, lo comió con la mirada. Ya no llevaba vestimenta formal, ahora tenía una camiseta mangas largas que parecía amoldarse a los músculos de los brazos y torso; un pantalón de mezclilla y unas zapatillas tipo vans. Era, en otras palabras, el sueño húmedo de cualquier mujer.
—Puedes dejar eso en la cama, después lo acomodas. —Pestañeó un par de veces, despertando del hechizo—. No hace falta que te cambies. Estás bien así. ¿Pantalón de jeans nuevo?
No, no era nuevo, pero Lucía no se lo iba a decir. Así que solo asintió y aceptó que Logan colocara un brazo por sus hombros, pegándola a su costado. Él abrió la puerta y salieron de la habitación.
—Olvidé mencionarte algo, querida.
Lucía podía sentir el cálido aliento de Logan contra su mejilla derecha cuando él se inclinó, como si lo que estuviera a punto de decir fuera un gran secreto. Se preparó, con Logan nunca pudo estar del tod