La verdad es que aunque el lobo de Carmela sintiera el suyo ahora mismo y el vínculo se completara, él ya ha tomado la decisión de seguir manteniendo a Leila como su esposa y su Luna porque está verdaderamente enamorado de ella. El niño que hay en él y que se enamoró de la hija del beta de su padre sigue muy vivo dentro de él.
Y el hombre egoísta que se aprovechó de su desgracia hace dos años para convertirla en su esposa está tan loco por ella ahora como lo estaba entonces, pero es bastante triste y desgarrador que sus sentimientos nunca serán correspondidos porque el corazón de Leila pertenece a Kelvin, su supuesta pareja predestinada.
Por mucho que el deseo de apartar a Kelvin siga creciendo en su interior, no puede interponerse en el camino de la felicidad de Leila.
Prefiere vivir con el dolor y el remordimiento de haberla perdido por Kelvin que alejarla de su loba y de su pareja, ahora que se le ha presentado una segunda oportunidad.
Duele, realmente duele, pero no puede segu