“Sube al coche”, le ordenó Antonio a Carmela hace unas horas en la manada Roble de sangre.
“¿Adónde... adónde vamos?”, balbuceó Carmela mientras miraba a Antonio con miedo en los ojos.
Antonio le dedicó una amplia sonrisa, inclinándose hacia ella, con voz suave pero siniestra: “Mi querida prometida, vamos al hospital a hacerle pruebas a nuestro bebé”.
El corazón de Carmela dio un vuelco en su pecho mientras el miedo la invadía. Esto era culpa de Tatum. Si él le hubiera dado los resultados falsos de la prueba, Antonio ya estaría convencido.
“¿Por qué no me crees? ¿De verdad crees que te mentiría?”.
“Sube”, respondió Antonio con frialdad, y la sonrisa de su rostro desapareció mientras caminaba hacia el otro lado del coche y se sentaba a su lado.
El corazón de Carmela latía con fuerza mientras las palmas de sus manos le sudaban. Le temblaban las piernas y su mente estaba confundida. Si las cosas no salían bien para ella, necesitaba algo que le permitiera volver a ganarse el favor d