Frenética y asustada por dentro, Carmela conserva su compostura por fuera, dócil como un cordero ante Antonio pero tramando como un zorro en su cabeza, pensando en su siguiente mejor línea de acción posible para evitar una muerte segura.
Recuerda lo que Lithoha le dijo sobre llevar la marca de Antonio y él la suya. Eso significaría que ella compartiría una parte de sus poderes y él estaría atado a ella de por vida, incapaz de sentir atracción o consolarse con nadie más que con ella.
Ella sabe lo que tiene que hacer. Marcará a Antonio antes de que él la marque a ella. De ese modo, aunque ella quede expuesta, él se lo pensará dos veces antes de matarla, porque si lo hace, estará matando también una parte de sí mismo.
"Veo que te has tomado al pie de la letra mi consejo de ser traviesa", dice Antonio mientras Carmela masajea su miembro por encima de los pantalones al tiempo que le chupa el pulgar.
"Tus deseos son órdenes", le responde Carmela pestañeando, con voz coqueta al máximo.
"