A medida que el coche se acerca a la casa de la manada, el corazón de Leila late con nerviosismo, una sensación de inquietud que la pone nerviosa.
Han pasado cinco años desde la última vez que vio a Tatum, cinco años desde la última vez que vio al hombre al que amaba con todo su ser solo para que la traicionara, cinco años desde que la miró a los ojos y le dijo que su castigo era la muerte incluso con su hijo creciendo dentro de ella, cinco largos años desde que se retractó de su promesa de no dejarla marchar nunca y la vio saltar hacia su incierto destino.
Por muy fuerte que parezca por fuera, la sensación de volver a verlo la pone realmente nerviosa, no sabe si tiene fuerzas para contenerse y no explotar contra él, para no descargar toda la amargura y la rabia que lleva dentro.
¿Y por qué importaría eso? Tatum no significa nada para ella, su única misión aquí es demostrar la inocencia de su madre.
Frunce el ceño cuando el coche se detiene frente a la casa de la manada. Durante lo