"He dejado a Amara en la cama, ¿necesitas algo antes de que me retire?", le pregunta Kelvin a Leila esa misma noche mientras juguetea con el portátil en su habitación.

Leila se vuelve hacia él con una mirada sombría.

Desde que arrojó aquel papel del coche, lo único que siente es rabia, han pasado cinco largos años pero su ira sigue siendo tan palpable como el día que rechazó a Tatum y saltó por aquel acantilado.

Lo odia, los odia a los dos y no les desea nada bueno en su supuesto matrimonio.

¿Qué les tomó cinco años? Ella esperaba que ya tuvieran varios hijos.

Sabe que Kelvin se lo hizo saber anónimamente para preguntarle si lo había superado sin que tuvieran que hablar de ello, pero la amargura y la rabia que la invaden son insoportables.

Recordar lo mucho que luchó por permanecer al lado de Tatum, solo para que al final no significara nada, la rompe.

Si no hubiera tenido a Kelvin a su lado, alentándola y ayudándola, sobre todo en los primeros meses tras su marcha, habría muert