—¿Cómo hiciste para que Samanta firmara el divorcio así de fácil? —Adam se pone nervioso.
—Le tuve que dar una cantidad de dinero más una propiedad.
—¿Qué? ¡Esa m*****a! Siempre supe que esa mujer era una interesada —digo molesta, pero él sonríe.
—No importa, amor. Yo daría todo lo que tengo con tal de tenerlos a ustedes —dice mientras posa su mano en mi vientre y comienza a acariciarlo, haciendo que millones de descargas recorran mi cuerpo. Sin pensarlo, me monto encima de él y lo beso con pasión.
—Te deseo, Adam —le susurro al oído mientras muerdo su oreja.
—Me encanta que estés embarazada; así estás más caliente —
suelto una risa al escucharlo, pero esta se corta cuando siento sus manos tocar y apretar mis senos, que últimamente están muy sensibles.
—¡Adam! —grito mientras comienzo a moverme en círculos, logrando que su miembro se endurezca poco a poco debajo de sus pantalones.
—Vamos a la habitación —demanda Adam mientras me carga en brazos. Al llegar, me deposita en la cama