Dos meses después
- Vamos, cariño, tú puedes – Dante me alienta mientras doy varios pasos con mi bastón.
- Mira cómo voy de rápido – le digo animada, ya que después de tanto tiempo de caminar raro ahora camino mucho mejor.
- Eso, cariño, vas excelente – Dante camina a mi lado por si me caigo, él siempre cuidando de mí. – Ya estás cerca, vamos nena – doy otros pasos más hasta que llego al punto donde acordamos.
- ¡Sí! ¡Llegué, mi amor! – como una loca, me tiro encima de él y este me recibe dando vueltas conmigo por toda la sala.
- Te dije que podías.
- Gracias.
- ¿Por qué me agradeces?
- Por acompañarme durante todo este duro proceso, por aguantar mis llantos en la noche a causa del dolor y también mis días donde tenía un genio del demonio – este acaricia mi mejilla y me sonríe.
- Es lo mínimo que debía hacer después de lo que tú hiciste, todo lo hice con todo el amor del mundo. Además, tengo entendido que nuestros votos decían estar en la salud y en la enfermedad.
- Lo sé, pe