DANTE
Entro con Val en brazos pidiendo ayuda en el hospital. La herida me duele un poco y me siento mareado, pero mi pequeña es lo primero. Las enfermeras me pasan una camilla y ahí la acuestan. En ese momento me doy cuenta de que mi camisa está llena de sangre, supongo que es mía y también de Valerie.
- Señor, hay que atenderle esa herida – dice Lucas.
- Necesito saber que ella está bien.
- Señor, está sangrando mucho y si se desangra ya no podrá saber cómo está ella. Deje que un médico lo atienda – a regañadientes dejo que un médico me atienda para sacar la bala. Afortunadamente, no perforó tanto; solo me coloca una gasa y algo para mantener quieto el brazo.
- Doctor, necesito ver cómo está mi esposa – trato de levantarme, pero todo me da vueltas.
- Señor Giordiano, no se puede parar. Está muy débil, perdió mucha sangre.
- No, necesito saber cómo está mi esposa, carajo – cuando intento levantarme, entran dos enfermeros y me sostienen.
- Señor, no me haga colocarle un calmante