CAPITULO 49

STAVROS

Observo a través de la ventana de mi oficina la ciudad que cuando me siento perdido, es una imagen que siempre me ayuda a entrar en calma, liberar mis pensamientos de cargas innecesarias, suelto el humo de mi cigarrillo procurando impregnarme de otro olor que no sea el de esa mujer, huelo a ella, esencia que avasalla mis sentidos haciéndome flaquear, bajar la guardia, cuando debería hacerla sufrir, pero creo que obtengo el resultado opuesto de forma nociva cuando lo único que quiero es probar sus besos sabor a fresa.

Que no haría si tuviera un rostro diferente, un apellido diferente, pero hay tantas cosas en juego, como mi apellido, la memoria de mi madre, mi reputación como hombre y dueño de la compañía más grande de Grecia, por lo tanto, no debo perder el horizonte.

Me gusta el decorado de la oficina, hasta buen gusto tiene y sus continuas axiomas diría que son suficientes para confiar, pero no, es un error que no vuelvo a cometer, la cabeza quiere explotarme con las exigenc
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