CAPITULO 3

Mis piernas flaquean y mi corazón dispara su latido errado cuando mi abuela está a su lado recibiendo el desayuno por parte de Anita que me sonríe ampliamente mientras muero de la angustia por lo que trama ese hombre.

Soy una mujer fuerte, mi trabajo me lo exige pero con sus ojos puestos en mi me vuelvo una gelatina humana que toma asiento al lado de mi abuela intentando protegerla de no sé qué.

—Hija —Aria mi abuela me habla—tu novio es un hombre muy guapo y amable.

¿Amable? lo peor de todo es que le muestra una sonrisa amplia y diría yo sincera cuando ella palmea tiernamente su mano.

—Abuelita—tomó su mano—él no es mi novio —es mas bien mi verdugo un maldito demonio —es solo un —no se ni como llamarlo —un amigo del trabajo.

Lo observó y su mirada argentada me hace sentir menos con la dureza que le imprime.

—Es muy lindo y guapo—recibe una cucharada más de Anita y está me sonríe pícara sin saber la agonía que llevo por dentro.

Se atrevió a venir a mi casa, y lo peor de todo es que me vio masturbándome.

«Santo cielos»

Pienso en eso y siento que mi alma abandona mi cuerpo, que el azúcar sale de mi sistema debido a la vergüenza, el temblor no lo puedo controlar y mucho menos evitar con su mirada insistente en mi cuerpo, he bajado en pijama porque tiempo a organizarme nisiquiera me dio.. cuando procese sus palabras ya había pasado el tiempo y por miedo a su reacción decidí bajar con la pijama puesta.

—Por favor Anita, lleva a mi abuela a su paseo matutino mientras yo hablo con él señor.

—Oh hija cásate con el—mi abuela toma mis manos antes de irse —no quiero morir sin verte feliz y ese hombre es el idóneo para ti..

Mis lágrimas no se hacen esperar y beso su frente debido a su mala percepción del mundo, en este momento creo que está en sus momentos de lucidez y me da rabia no poderlo aprovechar debido a la presencia de Stravros.

—Y tu jovencito—se dirige a él cuando Anita la guía en silla de ruedas—no hagas sufrir a mi hija, porque te la verás conmigo..

—¿Sufrir? ¡jamás! —le dice —¿gritar? ¡sí!—le guiña el ojo y ambos sonríen con complicidad..

—Tu abuela es un amor —habla cuando ya han salido de la casa —sería una lástima que le suceda algo a la viejita

—¿Qué quieres maldito?

Mi momento de altanería dura poco cuando su mirada me perfora, peor que no se meta con mi abuela o soy capaz de matarlo.

—Nunca más vuelvas a dirigirte a mí de esa forma—establece —no tienes el derecho a exigirme nada cuando es tu familia quien me debe esta vida y la otra..

—Es injusto arrastrar las deudas de otro—me quejo—no soy Artemisa entiende eso, no fui yo quien te robo o humilló —mis lágrimas salen debido al enojo y la frustración —hace más de cinco años que no se de ella y tu vienes a reclamarme sobre algo que no tenía la menor idea.

—La vida es injusta —menciona con tranquilidad —firma esto.

Tira unos documentos y con manos temblorosas tomó los papeles que al leer la primera página el corazón se me quiere salir, galopa frenético impasible sin poderlo creer lo que allí dice..

Contrato de matrimonio.  

—No firmaré esto—digo segura

—Oh sí muñequita, si que lo harás—sentencia —porque no es una maldita consulta—ruge y me estremezco —te lo estoy ordenado Andrómaca, firma.

—No—me niego—yo no puedo hacer algo así, ¿ porque? —busco una explicación razonable —yo no tengo nada que ver con lo que te paso..

—Pero cargas con la maldición de llevar el mismo rostro de tu hermana—limpio mis lágrimas observando sus posos oscurecidos —firma que tenemos que viajar en dos horas.

—Que —me levanto del asiento y le tiro los documentos en la cara, y me arrepiento de inmediato —no dejaré a mi abuela, mi trabajo, mi casa, mi mundo..

—Escúchame bien puta—camina hacia mí y retrocedo por instinto de supervivencia —que sea la última vez que haces algo así—me veo sin escapatoria cuando la pared y su cuerpo me aprisiona—a tu abuela la tendrás que dejar porque si no firmas la mató, además, no te preocupes porque no notará tu presencia porque no te recuerda, esta enferma y no te reconoce—eso duele algo se abre en mi corazón — tu trabajo de m****a lo dejaras porque así yo lo quiero, esta casa de porquería la abandonarás porque yo lo dictaminó y tu aburrido mundo que se vuelve tu círculo vicioso no lo extrañaras porque tendrás muchas cosas en que pensar cuando llegues a Grecia..

—No quiero dejar a mi abuela—sollozo con sentimiento mientras siento algo en mi entrepierna cuando pega su cuerpo al mío—por favor no me alejes de ella..

—No tienes opción —su voz se hace ronca, pesada y mi respiración se detiene cuando posa su mano en mi cintura —quiero que te quedes en silencio ¿entendiste?

Temerosa asiento sintiéndome hormiga bajo sus zapatos, tomó el borde de mi pijama y aprieto mis piernas cuando su perfume cala profundo haciéndome temblar.

Su mano rodea mi pierna adentrándose para atrapar una de mis nalgas y un gemido sorpresivo sale de mi cuando masajea con descaro, me atrevo a levantar mi mirada y no oculto mis ganas de llorar al ver desprecio en ellos, goza con mi sufrimiento y aun no comprendo por qué su mano busca abrir mis nalgas adentrándose en mi intimidad.

—Pagarás los daños que tu hermana causo—susurra en mi oído y me vuelvo loca pensando como alejarme de su dominio—firmaras ese contrato y te convertirás en mi esposa, con eso una parte de la deuda estará saldada.

—No puedo pagar algo que yo no cometí.

—No me hables como abogada que aquí no estamos en el juzgado —con su pie intenta abrir mi pierna que se niega a ceder —abre.

—No—respondo temblando.

—Si yo digo que abras —ejerce fuerza y término con mis pierna abiertas sosteniéndome de sus fuertes brazos—los abres porque así yo lo digo —mete su dedo en mi intimidad y lloro sintiéndome miserable —vas a pagarme con tu maldito cuerpo todo lo que me robo Artemisa..

Siento que el aire abandona mi sistema cuando me gira y me deja de cara contra la pared dándome una nalgada que me pone las piernas flojas..

—No colmes mi paciencia Andrómaca que tengo muy poca —su erección me excita y las lágrimas caen en mi pijama volviéndome una masa de carne temblorosa.

—Y tu dignidad como la pagaré.

Respiro cuando se aleja por mis palabras y organizó mi atuendo temblando mientras me encobo sintiéndome menos que nada bajo su mirada.

—Firma—reitera —o daré la orden.

—Mi abuela —le digo —no quiero dejarla, es lo único que tengo por favor, ella..

—No voy a cargar con una anciana—dice tomando asiento y hablando despectivamente —firma.

—¿Que haré exactamente?—camino para tomar asiento.

—Recoge los documentos y firma —me dice y hago lo que me exige llorando sin saber que hacer, el hombre me tiene acorralada con mi abuela y me da miedo llevarle la contraria..

—Serás mi esposa.

—¿Mi hermana lo era?

—Firma —es lo único que dice.

—No pienso acostarme contigo —le dejo claro.

—Eso no lo decides tu—esclarece —si me da la gana de violarte lo hago, o si quiero subastarte para recuperar parte del dinero también puedo hacerlo, pero realmente por ti es poco lo que me darán—me siento poca cosa mientras me habla y me observa— creo que tu hermana se llevó la mayor parte de la carne, eres demasiado flaca y sin gracia para llamar la atención de un hombre.

Me trago mi dignidad haciendo caso omiso de sus palabras hirientes, no soy una mujer muy esbelta pero plana no soy y si erección me demostró que también lo excito.

—Actuas como un insensato al no comprender que no tengo nada que ver con lo que mi hermana te hiso—debería de callarme porque su mirada de advertencia me grita guarda silencio — si quieres puedo darte todo mis ahorros, si de mi dinero se trata, hare un préstamo o vendere esta casa, —le doy opciones pero mis nervios me fallan cuando solo escucha pasando su dedo pulgar por sus labios —haré lo que sea para conseguirte la cantidad de dinero que te debe la irresponsable de mi hermana sin tener que ser tu esposa o irme de aquí.

—No quiero tus miserias.

—No seas irracional.

—Te vuelves irracional cuando pierdes una cantidad de diamantes con el cual puedes comprar o pagar la deuda externa de un país entero, —trago con dificulta —¿tienes esa cantidad de dinero? ¿o crees que un banco te prestará esa fuerte suma?

—Cómo entonces te pagaré semejante monto siendo tu esposa.

—Con sangre —responde y me enfrió de momento —firma que pierdo la paciencia —mira su reloj—y debemos salir en dos horas.

—Mi abuela —lloró y no sé qué hacer —si quieres me arrodillo, pero solo te pido que me lleves con ella.

—De la única forma que aceptaré que te arrodilles es para que me la chupes —es un maldito imbécil—firma que eso no pasará hoy.

—Lo que haces es chantaje y puedes ir a la cárcel por lo que le haces…

—Soy la ley querida —interrumpe mirando de nuevo su reloj —si quieres probamos que tanto poder tengo, aunque no te gustara el resultado después.

—Stravros yo..

—Cada segundo que pierdes tu abuela está en peligro, invitarla a salir fue mala idea cuando mis hombres espera la llamada para no meterle una bala en su cabeza canosa en cinco minutos —mis pies se mueven rápido e intento correr y abrir la puerta, pero me detiene —firma—me empuja —o tu abuela muere.

Camino hacia la mesa donde tomó un esfero y sin leer firmo temblorosa los documentos que me convierten en su esposa.

—Muy bien —toma los documentos—tienes media hora para que te despidas, tendrá asistencia todo el tiempo y dejaré vigilancia para que te mantenga al tanto sobre su estado y se te portas bien, posiblemente en algún momento te de una sorpresa con su visita..

—Debo agradecerte—susurro con llanto y el corazon hecho pedazos, no quiero irme, no quiero dejarla..

—La verdad si —mira si reloj —estoy siendo bastante condescendiente con la sangre de la ramera que me robo, además es una forma de mantener controlada, una falla y los accidentes son muy comunes en ancianas.

Maldito insensible

—Por favor —doy un paso, pero se aleja.

—No empaques porque no necesitarás la porquería que viste, media hora o te sacan de los cabellos, me gusta la responsabilidad, así que no quiero venir por ti a la fuerza.

Dicta haciendome llorar porque esto sera una pesadilla.

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