—Continúa de impertinente y te sacare un ojo con el—su amenaza la absorbo con temor y terminó haciendo lo que me pide, temblando más de la cuenta—quedate quieta..
—Por favor —mi instinto me dice que luche, aunque sea en vano, pero no puedo quedarme sin hacer nada—Ayuda—mi voz sale débil apagada más que todo por la risa siniestras que lo atrapa debido a mis súplicas.
—Muy parecida pero poco inteligente —tira de mi cabello que lo había trenzado, así como tanto le gusta a mi hermana, arquiandome con dolor.
—No soy Artemisa—intento que entre en razón—no soy ella entiéndelo, soy Andromaca una jueza de la justicia.
—Y yo soy tu peor pesadilla puta.
—Irracional—le grito porque no soy culpable de lo que mi hermana le hiso.
—¿No eres Artemisa?
—No—contesto y me voltea, dejando mi cara contra la mesa.
Levanta mi vestido acalorandome las mejillas cuando deja mis gluteos a su vista.
—Tienes hasta el mismo lunar en las nalgas—aprovecho cuando se descuida y clavo mi codo en su estomago, haciendolo retroceder.
«Corre Andrómaca, corre»
Mi mente me grita y cedo a mi impulso tomando mi bolso, corriendo hacia la salida.
—jefe—dice un hombre
—Déjala ir por más que corra no puede escapar de mí..
Miro por encima de mi hombro con mis ojos llenos de lágrimas y alcanzo a ver como se lleva mi ropa interior a sus fosas nasales, sonríe siniestro y no necesito más para salir corriendo de este lugar..
El auto no prende y golpeo el manubrio queriendo alejarme de este restaurante siniestro lo más pronto posible, en el quinto intento giro la llave y escucho el sonido del motor presionando el acelerador y es la primera vez que conduzco rebasando el límite permitido..
Limpio mis lágrimas que empañan el camino y hasta semáforos en rojo me paso con el miedo que tengo en mi sistema que no me permite razonar, miro por el retrovisor con el temor de saber que algún autor me perseguir y la calma llega al saber que no es así, como quiero llegar a la seguridad de mi casa y comprobar que mi abuela está perfectamente.
No dejo de llorar, de temblar, de sentir que mi corazón quiere salirse de mi caja torácica y sentirme impresionada con la humedad en mi entrepierna.
Llegó a casa en tiempo récord y abro la puerta sin importarme que estacione mal mi auto, lentamente la puerta de la habitación de mi abuela la abro confirmando que duerme plácidamente con la enfermera en la cama siguiente, no quiero despertarla pero si bañarme notando que mi mano está llena de salsa debido a pasta.
El agua baja la calentura pero mi mente aún sigue perdida en el bucle de lo acontecido, no puedo creer en lo que Artemisa hizo y ahora estoy metida en un lio por su culpa.
«Está desaparecida» metida en mi cama bajo la seguridad de mi sabana me pregunto ¿dónde está? ¿si ese hombre es tan poderoso como no ha podido dar con ella? ¿en qué diablos se metió mi hermana para terminar engañando, robando y enojado aún hombre como este?
Se ve peligroso, y eso odio, la mirada tan fría me hace congelar la sangre y encongerme en la cama, nos odia, me odia sin tener culpa alguna, no soy Artemisa, no soy mi hermana, pero su odio irracional no le permite ver la diferencia..
Dice que mi hermana lo humilló y robo unos diamantes, pero se que debió causarle una pena mayor, tanta irracionalidad no se debe solamente por la pérdida de algo material, me da miedo pensar que mi hermana pudo herirlo de otra forma en la cual lo convirtió en el monstruo que es ahora..
¿Que le habrá hecho?
En todo caso debo poner la denuncia, y a primera hora es lo que haré, por sus amenazas, su poder y la desaparición de mi hermana, debo darle la pelea, no soy ninguna débil y se manejar este tipo de casos, de coacción, utiliza el miedo, su imponencia y poder para intimidar, no niego que lo logró con una extraña mezcla de excitacion, pero no podrá conmigo, no señor.
La mañana me toma sin pegar los ojos pensando en tantas cosas, en lo que me hizo ese hombre y en lo que puede hacerme.
Stravros
Ese es su nombre y siento que me odia, ve en mi a mi hermana y ese pequeño error me va a costar muy caro.
Me quedo allí en mi cama un momento,
pensando que hacer para protegerme y sobre todo a mi abuela de un hombre como él.
Me apoyo en mis codos para impulsarme y al cerrar mis piernas el mundo se me cae encima cuando aquellos ojos sin vida me observan con frialdad apoyado en el marco de la puerta con sus brazos cruzado y su expresión malévola
Parpadeo varias veces negándome a la realidad y el miedo me toma cuando su voz irrumpe en mi alcoba dejándome claro que no estoy soñando.
—Tienes 15 minutos para estar abajo Andrómaca.