Las miradas se clavaban en ella como agujas mientras caminaba por el pasillo. Valeria intentaba mantener la cabeza erguida, pero sus ojos enrojecidos la delataban.
La secretaria principal, una mujer que siempre había presumido de su cercanía con Alexander, la detuvo con curiosidad venenosa.
—¿Qué te pasa, Valeria? ¿Por qué sales así?
Valeria apretó los labios, tragando el nudo que le quemaba la garganta.
—Los informes quedaron mal… —dijo con voz rota—. Me van a descontar el día… y me enviaron a casa.
La otra arqueó una ceja, como si no terminara de creerle, pero Valeria no le dio tiempo a preguntar nada más. Bajó la mirada y siguió caminando, esquivando los murmullos que la acompañaban hasta el ascensor.
…
El taxi avanzaba entre el tráfico de la ciudad, pero Valeria apenas registraba nada. Se abrazaba a sí misma, intentando contener las lágrimas, reviviendo una y otra vez cada palabra cruel de Alexander.
"Me das asco."
Esas tres palabras eran un eco que le perforaba los oídos, que la