Capitulo 55

El auto se detuvo frente a la vieja fachada del edificio. La pintura descascarada y las ventanas opacas daban la impresión de un lugar olvidado por el tiempo. Valeria bajó lentamente, con los ojos aún enrojecidos, mientras Gabriel se apresuraba a salir para abrirle la puerta y acompañarla.

Subieron las escaleras angostas, cuyas paredes estaban cubiertas de grietas y manchas de humedad. El pasillo olía a polvo y a ropa guardada demasiado tiempo. Valeria caminaba con pasos rápidos, como si quisiera llegar a su refugio antes de que Gabriel viera demasiado.

Finalmente, se detuvo frente a una puerta de madera desgastada. Sacó una llave pequeña y, al abrirla, un aire pesado salió del interior, mezclado con el olor tenue a café y jabón barato.

Gabriel la ayudó a entrar con una bolsa que ella llevaba. Apenas cruzó el umbral, sus ojos recorrieron el pequeño espacio: una sala reducida con un sofá viejo cubierto por una manta, una mesa con apenas dos sillas, y al fondo una pequeña cocina con poc
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