La mansión estaba en completo silencio, solo interrumpido por el sonido de los pasos decididos de Alexandre mientras se acercaba a la sala principal. Había algo en el aire, una tensión palpable que se intensificaba con cada segundo. Valeria había estado revisando los documentos durante horas, la ansiedad acumulándose en su pecho a medida que se enfrentaba a la verdad. En cuanto a Gabriel, él había llegado de forma inesperada, decidido a enfrentar a Alexandre con la única arma que tenía: la verdad.
De repente, la puerta principal se abrió de golpe, haciendo que el sonido del chirrido resonara en toda la habitación. La figura de Alexandre apareció en el umbral, su rostro furioso y el paso marcado por una rabia contenida que apenas podía disimular. Sus ojos recorrieron rápidamente la escena: Gabriel de pie, una sonrisa sarcástica en su rostro, y Valeria, con la carpeta de cuentas abierta sobre la mesa, observando a Alexandre como si estuviera esperando el desenlace de una tragedia anunci