Capitulo 12

Las horas posteriores a la llamada se convirtieron en una tortura. Valeria no podía dormir, ni siquiera parpadear sin sobresaltarse. Había cerrado las cortinas, apagado las luces y puesto la maleta de nuevo sobre la cama, como si en cualquier momento tuviera que escapar de nuevo.

Cada ruido en el pasillo le parecía un anuncio de su llegada.

Al amanecer, el timbre del apartamento sonó de forma insistente. Ella contuvo el aliento, pegando la espalda contra la pared. Esperó, rezando para que fuese un error, un vecino, cualquier cosa… pero la voz que se escuchó del otro lado no dejó lugar a dudas.

—Valeria… sé que estás ahí. Ábreme la puerta.

Era Alexander. Su tono no era un grito ni una súplica, sino una orden disfrazada de dulzura.

Ella retrocedió un par de pasos, abrazando el vientre. La sola idea de abrirle era insoportable, pero sabía que resistirse podía ser peor.

El timbre volvió a sonar, más fuerte, más insistente.

—No tienes que complicar las cosas, mi amor. Solo quiero hablar.

V
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