Alejandro llegó al hospital pocos minutos después de la ambulancia. Apenas estacionó el auto, salió apresurado y entró por las puertas de emergencia. Su mirada se movió de un lado a otro hasta encontrar a su madre de pie, con el rostro tenso.
—Mamá, ¿qué pasó? —preguntó, acercándose a ella.
Isabela lo miró con preocupación.
—Margaret empezó a tener contracciones apenas llegó. La están atendiendo ahora mismo.
Alejandro frunció el ceño. No podía ser. Aún faltaba tiempo para el parto.
—¿Y el bebé? —preguntó con voz grave.
—Están intentando retenerlo. Si nace ahora, puede ser riesgoso.
Antes de que Alejandro pudiera responder, la puerta de la sala de emergencias se abrió y un médico salió con expresión seria.
—¿Familiares de Margaret Carter?
Alejandro y su madre se apresuraron hacia él.
—Soy el padre del bebé. ¿Cómo está?
El doctor los miró con calma profesional.
—La caída provocó contracciones prematuras. Estamos administrándole medicación para detener el trabajo de parto. Queremos prolo