“Oh, mierda…”, gime ella.
Ella está muy apretada. Mierda, se siente bien.
“Relájate…”, susurro con voz ronca, separando aún más sus piernas mientras paso mi lengua por su cuello y reclamo sus labios en un beso profundo. Ella asiente mientras me besa de vuelta y sigo moviendo mi dedo lentamente hasta que la penetro. Ella deja escapar un suspiro de satisfacción mientras mueve sus caderas contra mí. Poco a poco estoy dentro y empujo más, ella grita pero estoy dentro.
Ella deja escapar un gemido y comienzo a mover la daga y mi dedo en su trasero simultáneamente, haciéndola gritar. Ya no puede besarme, jadeando en busca de aire mientras la asalto por detrás y por delante.
“¡Oh, MIERDA! Ah… eso es… oh, Diosa mía…”, gime ella entre gemidos mientras la embesto más fuerte. Ella se está poniendo apretada, sus jugos goteando de ella y yo acelero, sintiendo que se acerca al borde. “Mierda, me siento tan… cachonda y sucia…”,dice entre respiros lascivos.
“Eres mi pequeña puta sucia. Dime cuánto