El mismo día de la boda, en otro punto del Cornwall…
Estaba en su camarote, es anoche iban a dejar un cargamento para Arlen H., si fuera por él, dejaría a ese perro sin nada. La última vez que se habían visto el muy bastardo les había jugado una mala pasada con esos malditos oficiales.
¿Cómo carajos iba a saber que tenía contacto con oficiales?
Debía andarse con cuidado de él, un día de estos seguramente les tendería una trampa y ahora sí que se les acabaría el negocio.
—Señor — escuchó a Hoyo
Pero él simplemente estaba en otro sitio que no fuera ahí.
—Señor — volvió a repetir el joven.
¿Qué pasó, Hoyo?
—Hemos llegado al punto — informó — Ya se envió un bote al encuentro.
El capitán asintió.
¿Y?
—Me informan que aún no llega Arlen H. señor.
El hombre frunció el entre cejo, a aparte de traer su cargamento debían esperar a que apareciera ese imbécil.
—Que alisten todo en cuanto llegue.
Cinco minutos más tarde estaban reunidos todos.
—Sabes que detesto la impuntualidad, Arlen.
Esbozó una