Mientras cortaba las espinas de un rosal rojo sus pensamientos divagaban. En su mente seguían frescas las palabras que le había dicho aquella mujer de cabello rojizo y ojos verdes.
Regreso, venganza, la sangre de un ser…
Pero inesperadamente un fuerte dolor la regresó a la realidad. Se había cortado el dedo índice de su mano derecha con el filo de las tijeras que estaba utilizando.
“Habrá un pago… la sangre de un ser querido que jamás llegará a conocer”
¿A qué se refería con eso? Todo era tan confuso que comenzó a dolerle la cabeza. Dejó a un lado el rosal para atender su herida y evitar que se le infectara. Se enjuagó con agua y se puso un pañuelo.
De hecho no podía confiar en lo que le decían en estos tiempos, existía demasiada gente que lucraba con los sentimientos de las personas y sobre todo la desesperación con tal de ganar dinero. Pero ella simplemente al tocarla, le había dicho cosas escalofriantes sin recibir nada a cambio.
¿Quién lo mandaba a meterse ahí? Nadie, solo él mism