Aura lo miró con los ojos desorbitados y su rostro palidecio de inmediato.
Estaba ahí, frente a ella. Le había sido inútil correr, al final la había encontrado.
Miró hacia él nuevamente y una chispa de ira contenida ardió en sus ojos pardos, al ver la sonrisa petulante de Aurora. No le cabía duda que aquella mujer había corrido a contarle a Fernando dónde estaba.
Esa había sido su forma de vengarse y vaya que había logrado dar justamente en el lugar correcto para herirla y hacerla sentir miserable.
- Aura, ¿Qué sucede?. Parece que viste un fantasma. ¿Es que no te alegras de verme?.- Fernando la miró con una sonrisa socarrona y maniática, que hizo correr el sudor frío por la espalda de la castaña.- Te comió la lengua el gato.
Aura sintió asco al ver como la miraba. La lujuria y el deseo bailaban en su mirada, junto a algo oscuro que no podía descifrar, pero no por eso era menos perturbador. Quería ir y destrozar la sonrisa arrogante de Aurora y luego huir sin mirar atrás.
Retrocedió al