Al recordar la historia de su compañero, Iva sintió un nudo en su garganta y abrazó con más fuerza a Anna, conocía ese sentimiento de angustia que su hija estaba sintiendo, ella misma lo había sentido cuando Alastor le había contado todo a ella.
**Hace veinte años**
–¡Venga Iva! ¡Ven a nadar! –le gritaba Alastor, quien chapoteaba alegremente en un estanque que se encontraba al norte de su territorio
–No quiero nadar Alastor –dijo Iva sentándose en la orilla para meter sus piernas en el agua
–¿Por qué no? –preguntó Alastor acercándose a ella
–Porque no…–
–¿Acaso estás en celo? –preguntó Alastor elevándose levemente en el agua para rodearla por la cintura, mojando así, la ropa de Iva
–¡Claro que no Alastor! Ivory acaba de despertar, aún no tengo celo –gruñó Iva tratando de empujarlo –Ni si quiera me he transformado –
–¿Entonces? ¿Por qué no quieres nadar conmigo? –preguntó Alastor besando su vientre con cariño –¿Ya no me quieres? –
–Sí te quiero Alastor –dijo Iva sonriendo ante