Sin decir nada, Alastor cerró los ojos y continuó girando su silla.
Lo que estaba planeando era una locura, sin embargo, ya no podía seguir así, su pasado había comenzado a alcanzar a gente de otras manadas y ahora, también a los humanos que vivían en la ciudad que tanto amaba, si quería protegerlos, tenía que hacer las paces con su pasado, o mejor aún, tenía que enterrarlo definitivamente.
–Basil –dijo Alastor finalmente –Tú conoces mi historia mejor que nadie, sabes lo que he vivido y conoces mi pasado mejor que nadie, sin embargo, hay algo que ni tu ni yo sabemos…–dijo al tiempo que se incorporaba para poder verlo a los ojos
–El motivo por el que te hicieron todo eso…–dijo Basil con cautela, pues comenzaba a sospechar el rumbo que tomaría la conversación –Vuelves a tener esa idea de querer ir a Arcadia…–
–Sí, y ya no es sólo una idea, tengo que volver…–dijo sosteniendo la mirada preocupada del hombre –Creo que ya se ha perdido suficiente, y te puedo asegurar, que no perderé a mi